We love Malasia: De Perhentian Islands a Mabul

Salimos rápido de Thailandia por problemas con la visa, otra vez y entramos vía terrestre en Malasia. Cruzamos la frontera bajo un diluvio universal y entramos en este país, de población mayoritariamente musulmana. En la frontera, la primera alegría, no hay que pagar visa, por primera vez!

 

Nuestro primer destino es Perhentian Islands. Son dos islas, una grande donde se encuentran los resorts y la menor con pequeños hostales. Nos alojamos en la pequeña. Tiene un tamaño perfecto. Las dos mayores playas están ubicadas en los dos costados de la isla, y se tardan diez minutos en ir de una a otra caminando por el interior. En el camino se puede ver algún dragón de Comodoro. Sin embargo, lo más espectacular es alquilar un kayak y llegar a pequeñas playitas de agua cristalina, fondo de coral, arena blanca, palmeras y jungla. Si alguien ha llegado primero, solo hay que remar un poquito más hasta la próxima. Estas pequeñas playas son la viva imagen que uno tiene del paraíso, salvajes y vírgenes. Una lástima compartir estos momentos con… tu hermano! Tristemente, durante estos días vivimos descalzos y en bañador, nos olvidamos de todo y ahora nos damos cuenta de que no tenemos fotografías. De día se puede hacer buceo, snorkle, kayak o descansar tranquilamente bajo el sol abrasador. El snorkle está muy bien, un fondo precioso y aparte de cientos de peces de colores, se pueden ver grandes tortugas y tiburones de punta negra. Aunque son muy pequeños, los grandes tendrán metro veinte, su forma estilizada y su nado elegante son dignos de ver. Por las tardes, partidito de volley playa y por las noches barbacoa en la arena. Un plan perfecto. Muy tranquilas, muy buen ambiente… Muy recomendables.

      

De Perhentian volamos a Kuala Lumpur. Gran ciudad, que nos sirve para reponernos, curarnos y disfrutar de las Petronas. Reponernos porque es lo que hacemos cuando llegamos a las ciudades. Nos gusta estar perdidos, pero en estos lugares no es posible comprar muchas de las cosas  necesarias para el día a día. Curarnos, porque Masinho tiene una infección en los ojos, que no le permite usar lentillas, y con el buceo de Sipadan tan cerca, suenan las alarmas. Al llegar vamos al hospital general, a urgencias y el resultado no es muy bueno, lo cargan de pastillas, eso sí. Al no apreciar mejoría y no disponer de mucho tiempo, puesto que en un día volamos a Borneo, decidimos asegurar el tiro y acudimos a un especialista, que después de una atenta exploración, acierta con el tratamiento. Pasamos el resto del tiempo, caminando la ciudad en compañía de Hiro, un canadiense físicamente japonés, que conocimos en Bangkok y que reencontramos en Perhentian. Acordamos vernos en KL. En una de estas, mientras paseamos, acabamos en centro de limpieza de pies. Es tan extraño como divertido, consiste en meter las extremidades inferiores en una gran pecera, llena de cientos de pequeños peces que a base de mordiscos, van eliminando la piel muerta de los pies. Durante los dos o tres primeros minutos es imposible mantener los pies en el agua. Por la noche nos volvemos a acercar a las Petronas. La iluminación de estas dos torres es una obra maestra. Se pueden ver desde cualquier parte de la ciudad, y desde la lejanía brillan como dos grandes diamantes. 

                 

De KL volamos a Borneo. En esta isla, que comparten Malasia e Indonesia queremos pasar unos día en la jungla, para ver animales y luego, llegar a Mabul y Sipadan para reencontrarnos con Iñaki y bucear en una de las cinco mejores inmersiones del mundo. Vamos de Kota Kinabaru ( KK ) a Sepilok, centro de rehabilitación de orangutanes. Por el camino, nos paramos un día a hacer trekking en Mont Kinabalu ( 4.095 metros ) la montaña más alta de Asia. No nos dejan subir, porque se requiere un permiso que hay que solicitar con cierta antelación, algo que lógicamente ni sabíamos ni habíamos hecho. No pasa nada, unos nepalís como nosotros no se dejan impresionar por estos montes. La anécdota es que tanto en KK como en el propio parque anunciaban una carrera consistente en subir y bajar la montaña, la más dura del mundo de la especialidad, con el campeón del mundo en los carteles, como reclamo. Este hombre, de correr elegante, es de Sóller ( Mallorca ) y se llama Tofol Castañer. “El món es molt petit i es mallorquins som molt grans!!!”.

             

Continuamos y llegamos a Sepilok. Seguimos el rastro de Iñaki y Edita. Acudimos al centro de rehabilitación de orangutanes. Un parque muy serio, donde se puede disfrutar de estos animales. La atracción turística es la hora de la comida, donde los cuidadores dan de comer a los orangutanes en el interior del bosque, enfrente de una gran plataforma de madera donde se encuentran los visitantes, que aguardan nerviosos y en silencio. Sin embargo, si uno es paciente, obtiene la recompensa. Quedamos esperando hasta que nos echan. La gran mayoría de la gente ya ha salido del recinto, y en ese momento, por la tarima de madera por donde deben circular los visitantes, pasean tranquilamente una madre y su cría. Las seguimos, guardando las distancias, y sin hacer mucho ruido. Parece no importarles mucho. Se paran y la madre coge en brazos a la cría, eriza la piel ver sus caras. Son humanos, al 94’6%, dice la genética.

                

Nuestra penúltima parada es Sukau. Tenemos la oportunidad de contratar los tours por la jungla y por el rio a través de hostales y agencias, pero nos parecen carísimos. Como tenemos tiempo y poco dinero, decidimos ir por nuestra cuenta. La imagen de viajar a bordo de un bus o furgoneta destartalada entre la población local, que no para de mirarnos y reír con y de nosotros, es un clásico y algo que nos gusta. Llegamos a Sukau, y encontramos a un hombre que nos hará de guía y que nos ofrece la casa de unos amigos suyos para alojarnos, un “homestay” (  estancia en casa particular ). Nos dan de comer y nos tratan bien. En la casa coincidimos con un gran danés. Un hombre que viaja tres meses con su mujer y sus hijos, el sistema de maternidad danés tiene estas cosas. Estaba tan cerca de Borneo y sus animales, que deja a su mujer con los niños en un resort de la península y se escapa cinco días de cacería fotográfica. Es divertido ver a este hombre gigante disfrutar como un niño persiguiendo animales. Ha llovido mucho últimamente y no es viable hacer los trekking por la selva, porque hay demasiado barro y sanguijuelas. Hacemos dos travesías por el rio en un pequeño  bote. La primera al atardecer. Está previsto que veamos macacos, narigudos y aves de todo tipo. Tenemos la suerte, de encontrar a un grupo de elefantes salvajes que van bordeando el rio. Desde la barca los oímos y vemos moverse las ramas y los árboles. Nos permiten bajar de la barca para buscarlos y los encontramos. No nos podemos acercar mucho porque hay una cría y la madre está un poco nerviosa. Al volver, el gran danés le propone al guía levantarse a las 04’30 a.m. para ir a buscar cocodrilos. No lo teníamos contemplado pero acudimos. Cocodrilos, cocodrilos no vemos, solo los ojos naranjas brillantes de tres o cuatro en las tres horas que dura la travesía, pero vale la pena ver la salida del sol y el despertarse de la jungla desde la barca.

              

Damos por concluido nuestro periplo por la jungla y nos dirigimos hacia Mabul. Llegamos por la tarde, dos días antes de lo previsto y no es posible cruzar a la isla, así que nos toca pasar noche en Semporna, el pueblo. Por la mañana, muy pronto, nos acercamos al puerto para que nos lleven a la isla. Hay muchos centros de buceo en el lugar. Pasamos por delante de uno, de camino al nuestro, donde un grupito de extranjeros espera bien para que también los crucen o para iniciar sus buceos. Mientras pasamos, ponemos el oído como de costumbre, “You know how much is it?” se oye de fondo. “ ¡I know the prices!” salta rápido Jaume, entrometiéndose inesperadamente en la conversación. A los segundos, un hombre de complexión fuerte y perfil complicado se gira rápidamente, conoce esa voz “ Masinhoooooo!!!!”.