Sur de Thailandia. La Playa

Después de separarnos de Iñaki y Edita llegamos a Koh Tao. Esta isla situada al este de la península de Thailandia, es famosa por el buceo. No es que el buceo sea extraordinario, aunque está bien, sino que es el segundo lugar del mundo en emitir certificados PADI, después de Cairns ( Australia ). La razón, los bajos precios y los cursos express. Quizás no sea la formación más adecuada para este tipo de actividad, pero jóvenes de todas partes acuden para aprovechar estos cursos low-cost. La isla es pequeña, tiene encanto, es fácil moverse en ella y reina el buen ambiente. 

                     

En Koh Tao conocimos a Zigor, nuestro instructor, un vasco que va camino de los cuarenta y que después de dar vueltas por el mundo, se estableció en la isla hace ya ocho años, para hacer lo que más le gusta, bucear. Nos gustó conocerlo pues desde la lejanía vemos los problemas que hay ahora en España y hablamos mucho sobre ello. En parte, nos empujaron a realizar este viaje. Pensamos que en este país la culpa de lo que está pasando es de todos, que la gente se ha acomodado mucho, demasiada ayuda, y que además sobra gente, al menos temporalmente. Y no nos referimos a inmigrantes, sino a gente en general, aquí entra todo el mundo. Si hay cinco millones de parados y no hay trabajo, habrá que dejar de quejarse e ir a otra parte a buscarse la vida. Gratifica ver como hay gente que ya lo hizo en su día, anticipando el problema, y que es feliz. Y es realmente interesante charlar con ellos, hay otros modelos a los que no estamos acostumbrados que funcionan. Y no solo estaba Zigor, había dos mallorquines más, Pablo, un personaje que está viviendo en Korea y Hero, un chaval de veinte años con ganas de crecer, que había venido a trabajar todo el verano. Estuvimos cuatro días en la isla, algo muy poco habitual, que nos sirvieron para darnos cuenta de algo.  Cuando llegas a un lugar, el primer día, nadie te mira, eres uno más. Al segundo, la gente te reconoce y te saluda y al tercero ya entablas conversaciones de manera natural, hay que pasar más tiempo en los lugares. Acabados los cursillos nos quedamos un día más para celebrar con un grupito de españoles como uno de ellos, Guillermo, se había sacado el último título que le faltaba. Lo pasamos realmente bien. 

                         

Salimos de Koh Tao rumbo a Koh Phangan. En esta isla vecina se celebra la Full Moon Party. Una fiesta que se ha hecho famosa y que consiste en bailar en la playa, a la luz de la luna, con caras y cuerpos pintados en colores fosforescentes. Nos esperábamos encontrar a los de siempre y resultó mucho más divertido. Gente de todas partes que acude a la isla a pasarlo bien. Ningún problema, ninguna pelea, solo gente disfrutando y bailando. La parte mala fue el hospedaje. Acudimos sin tener ninguna reserva y resultó que en la isla no cabía un alfiler. Ni cortos ni perezosos nos fuimos a buscar hospedaje al Haad Rin, el corazón de la fiesta. Acabamos encontrando un zulo, a 20 metros de la playa, suponemos que porque nadie se habría atrevido. Entra sin ninguna duda en las tres peores “habitaciones” del viaje, las otras dos están en la India. Lo que realmente asombra de la fiesta es la cantidad de heridos que deja. Es increíble ver la gente que al día siguiente aparece con muletas, vendajes, rozaduras y tiritas… Digamos que uno de cada tres. ¿Qué harán?

                                

De Koh Phangan saltamos al lado oeste de la península, a Railay, un bonito lugar cerca de Krabi. Allí pasamos tres días más. Un lugar muy tranquilo y menos turístico que los anteriores. Aprovechamos para comer pescado, que nos hacía falta. Desde la partida nuestra alimentación deja bastante que desear. Por las zonas que hemos visitado, llevamos cuatro meses sin prácticamente comer pescado, productos lácteos o carne roja. En una de estas caminadas, nos enteramos que existe un lago de difícil acceso, en el centro de dos pequeños montes que se encuentran en una de las puntas que forman la península. El acceso, realmente es algo complicado, pero finalmente llegamos al lugar. La dificultad del paso hace que bastante gente de marcha atrás a medio camino, por lo que cuando llegamos, el lugar estaba vacío. Una auténtica maravilla. No se oye nada, solo los cantos y el batir de las alas de las aves del lugar. Un buen premio, eso sí, acabamos con barro hasta las cejas.

                             

Quedan dos días para que nos expire la visa, y dedicamos uno a realizar un tour en lancha por las playas de la zona y el otro para llegar a la frontera con Malasia. El tour, es muy turístico, te mueves en grupo, tienes los tiempos controlados y visitas los lugares que visita todo el mundo, así y todo, para pasar el día no está mal. Visitamos playas de agua cristalina y fina arena blanca. Por su gran y peculiar vegetación, muy diferentes a las que estamos acostumbrados. En una de ellas se rodó la película “La Playa” de Leonardo di Caprio. Está bien, quizás demasiada gente, quizás demasiado control, pero de esto viven en esta parte del país, así que nada que reprochar. Thailandia es un país muy turístico, y excepto algunos rincones, quien pretenda encontrar playas paradisíacas sin gente se equivoca. Es un país con buenas infraestructuras, todo tipo de facilidades, bastante económico comparado con Europa, y gran oferta de ocio. La parte mala, es un destino ya maduro.

Más descansados, ponemos rumbo a Malasia, nuestro último país asiático, que rápido va esto! Nos ha gustado Thailandia, lo hemos pasado bien. Una pena las prisas de la visa, pero que se le va a hacer… Cosas del directo!

P.D: Iñaki, ¿ Dónde estás ?