Australia! De Brisbane a Cairns

Australia, al fin. Lo que para alguno había sido el viaje soñado, ya es una realidad. Llegamos después de unas horas de vuelo desde Singapur. Lo primero que llama la atención es lo grande, mejor dicho enorme que es todo, principalmente la propia Australia y sus distancias, la gente y los precios!

Para que uno se pueda hacer una idea, Australia es tan grande, que en su interior cabe Europa, las distancias son enormes. Después de hablarlo, decidimos visitar tres partes, hacer la ruta desde Brisbane hasta Cairns, volar de Cairns hasta Adelaide y recorrer la Great Ocean Road, y acabar visitando Sydney y Melbourne. Ellos y ellas también son enormes, después de pasearnos por Asia siendo los altos del lugar, ahora nos sentimos pequeños, muy pequeños… Y de los precios, de los precios ya hablaremos.

En la primera etapa, de Brisbane a Cairns, 1.784 Kms, nos esperan como puntos fuertes, Fraser Islands, Whitesundays Islands y la Gran Barrera de Coral. A la llegada a Brisbane, con el objetivo de conocer gente e intentar ahorrar algo de dinero, nos iniciamos en el mundo de Couchsurfing. El CS consiste en que gente de cualquier parte del mundo, a través de una web, se ofrece para albergar a viajeros en su casa, en una cama o sofá ( couch ), para enseñar su ciudad o simplemente para tomar un café y charlar con quién lo contacta. Esta es también una oportunidad para separarnos un poco, y multiplicar las posibilidades de conocer gente interesante. Nos imponemos la regla de que no compartiremos casa, aunque el anfitrión esté dispuesto a ello. En Brisbane, Jaume e Iñaki encuentran  hospedaje. A Jaume lo hospeda Peter y a Iñaki, Karen y Jorhan (Arango). Una chica mitad colombiana, mitad alemana, que comparte piso con el venezolano y una australiana. Karen y Jorhan ejercen de grandes anfitriones, nos llevan a dar una vuelta por la ciudad, donde nos cuentan que están bastante felices en Australia, los salarios son exageradamente altos y el nivel de vida muy bueno. La noche antes de dejar Brisbane, nos invitan a cenar a todos a casa. Les hacemos una tortilla de patata que resulta ser un éxito. Pasamos una velada agradable. 

Al día siguiente alquilamos un coche, e iniciamos nuestro camino. Nuestra primera parada es Noosa. Nos comentan que es la playa hippie por excelencia y un buen lugar para hacer surf. Les ha ido muy bien a los hippies, porque lo que encontramos es un lugar de residencias de muy alto nivel adquisitivo, con casas que son el sueño de toda persona a la que le guste el mar. En cuanto al surf, nos decidimos a probar un día. Iñaki ya lo ha hecho en Bali y prefiere verlo desde la arena. Conseguimos alquilar un traje, solo quedan cortos, y en el hostal prestan la tabla gratis. Al ir a retirarlas, nos comentan que no nos las pueden dejar para utilizar en la playa a la que pensamos ir, la más bonita, porque no es para principiantes. La otra playa está a unos cuantos kilómetros. Conseguimos engatusar a la chica con alguna que otra mentira, y finalmente y bajo nuestra responsabilidad, nos vamos a surfear. Empezamos mal, el agua está congelada, el traje que nos han alquilado no basta, y pasamos mucho frio. Donde rompen bien las olas está lleno de “pros”, ni se nos ocurre aparecer por ahí. Remamos y remamos contra las olas, casi llevamos una hora, y estamos congelados. La verdad es que no rompen muy bien. Mientras estoy esperando, a veinte metros pasa un grupo de delfines, brutal. Al final, veo una gran ola, remo y consigo cogerla, me eleva y justo después explota dos metros más abajo. Quedo sumergido, dando vueltas y vueltas como un botón dentro de una lavadora. Cuando consigo salir, veo que la tabla al menos está entera.  Estoy congelado y el revolcón me ha hecho reflexionar. Miro a Jaume que está por ahí cerca, y tiene la misma cara… Hasta aquí el surf!

 

De Noosa, conducimos hasta Hervey Bay con la intención de visitar Fraiser Islands. En los laterales de la carretera, desgraciadamente. vemos nuestros primeros canguros, muertos sobre el asfalto. Al llegar, nos dirigimos a la casa de la única persona que aloja gente allí. Es un auténtico desastre. El jardín da miedo, hay 3 furgonetas, 9 piraguas, 6 barcas, una veintena de bicicletas, varias lavadoras, alguna nevera, monopatines, cajas de herramientas, tornillería, sillas, mesas… cuanto uno pueda imaginar y todo a piezas! Este hombre parece que desconoce la palabra “tirar” y recolecta lo que nadie quiere, con la intención de repararlo, pero al final, siempre falta tiempo… Nos aloja en una caravana destartalada que tiene en el jardín, sin puertas, ni ventanas, con los colchones machacados por la mandíbula de su perro, una bola de discoteca en el techo, un pentium y dos teles que por supuesto no funcionan.  Se ofrece a ser nuestro guía para el tour en las islas, que haríamos en bici. Después de planificar el tema durante dos horas, mira el parte meteorológico, y da lluvia para los siguientes cuatro días! Un poco chafados, decidimos que lo mejor, por imprescindibles que sean estas islas, es seguir el camino. A la mañana siguiente, a primerísima hora volvemos a estar en la carretera. 

Conducimos durante 10 horas para llegar hasta Airlie Beach, un lugar muy turístico de donde salen los tours hacia las WhiteSundays. Aún hace frio por aquí y están en temporada baja. Decidimos embarcarnos en un velero dos días para visitar estas islas, y visitar la playa de Whitesundays, la que dicen que es la segunda playa más bonita del mundo. El tiempo no nos vuelve a acompañar, está nublado y a momentos llueve, pero la playa es preciosa, con sol debe ser increíble. Tampoco tenemos mucha suerte con este tour, el tiempo no es muy bueno, el capitán es un botarate y somos la única embarcación que no saca las velas en unos días perfectos para navegar a vela, razón por la cual habíamos contratado este tour. Lo bueno, vemos delfines, águilas marinas y ballenas. Un placer para la vista. 

  

   

De camino a Cairns, paramos en las Magnetic Islands, no es que sean nada del otro mundo pero nos han dicho que es posible ver koalas. Llevamos horas y horas contemplando y buscando en los árboles sin éxito, así que no nos podemos resistir. Hacemos la excursión donde parece que se puede ver a los animales, y al fin, la suerte nos vuelve a sonreír. Allí están, los koalas. Parecen de mentira, son auténticos osos de peluche, que se mueven poco y despacio. Estos animales pasan unas 18 horas al día durmiendo. Si tienes suerte, puedes encontrar a uno despierto, pero a la que te despistas, ya se ha vuelto a quedar traspuesto.

 

Ya en Cairns, preparamos todo para bucear al día siguiente en la Gran Barrera de Coral. Es una obligación cuando se viene a Australia, sin embargo no estamos muy convencidos. Los tours van desde los 180 a los 300 dólares, dependiendo de si se quiere hacer solo snorkeling o bucear. Los barcos que llevan a la gente hasta la Gran Barrera son enormes, y llevan a unas ochenta personas cada uno. Demasiada gente para disfrutar. Después de venir de Malasia, estamos dubitativos, pero nos pesa un poco la obligación del momento. Cuando prácticamente estamos decididos, en una de nuestras cabezas, se hace la luz y nos damos cuenta de que al día siguiente del tour tenemos el vuelo hasta Adelaide, a primera hora de la mañana, por lo que nos es imposible bucear. Gastar tanto dinero para hacer snorkel con ochenta personas más no nos parece una buena idea, y esto sin duda es una señal. Decidimos no visitar la Gran Barrera. 

  

Nos despertamos pronto, llueve y hace viento, un día de perros. Visitamos los alrededores, parece que hemos tenido suerte con la decisión. Al día siguiente cogemos un avión que nos lleva Adelaide, por allí cerca nos espera la Great Ocean Road !